Debate sobre movilidad
Hola a todos:
Aunque es un tema tratado ya en otras ocasiones, creo otro hilo para retomarlo y empezar a sacar conclusiones. Copio el resumen que la coordinadora de postdoc ha realizado a partir del debate dentro de la comisión, para que empecemos a hablar a partir de estas ideas.
Saludos
Bego
No hay un verdadero consenso sobre la movilidad, pero sí puntos de contacto. Todos partimos de la base de que la movilidad es básica en una carrera investigadora y que debe ser incentivada por los poderes públicos a través de convocatorias que faciliten que los investigadores se desplacen y/o trabajen con los mejores grupos de su especialidad. Ahora bien, ¿cómo hacerlo? El sistema actual presenta varias críticas:
- Las estancias predoc. Sobre la movilidad estacional de los predoc no ha habido comentarios negativos (sí sobre las condiciones precarias de esa movilidad, pero no sobre el hecho de que se lleve a cabo).
- Las estancias postdoc. Aquí hay varios problemas:
a) En general no gusta la idea de que marcharse al extranjero dos años sea un paso obligado (a menudo hemos hablado de “mili” o de “exilio”) para cualquier investigador. ¿Por qué marcharse fuera de España si dentro hay un grupo que cuadra más con la investigación que quieres realizar? Parece que seguimos teniendo el complejo de que lo de fuera es mejor y que, como no estamos al nivel europeo/norteamericano, tenemos que marchar fuera para alcanzar conocimientos y habilidades que aquí no podríamos adquirir nunca. Esa idea debería abandonarse y que la movilidad la decidiera la calidad científica y no la geografía.
b) Entendida la movilidad con criterio científico y no geográfico se abre otra pregunta más difícil de responder consensuadamente. ¿Cambiar de grupo es imprescindible para una buena práctica científica? En principio todos estamos de acuerdo en que sí, aunque varían los matices. Mientras que la mayoría considera que ese cambio tiene que ser “duradero” (es decir, que no puede limitarse a estancias con otros grupos, sino a cambiar de grupo), alguno considera que puede trabajarse con el mismo grupo y mantener colaboraciones (reales, por supuesto) con otros (estancias, proyectos de investigación, colaboraciones, publicaciones comunes…). Pero la discrepancia viene sobre todo cuando hablamos de “retorno”.
c) En cuanto al “retorno”, hay al menos dos puntos a tratar. El primero, aquellos que tienen un período postdoc con otro grupo de investigación para regresar cuando pueden a aquel en que leyeron la tesis. Este tipo de regreso genera mucha controversia porque mientras unos lo equiparan a la endogamia, otros consideran que si el candidato tiene un buen CV no tiene por qué impedírsele trabajar con quien pueda, incluyendo a su grupo “de origen”, y que el hecho de que dicho comportamiento sea o no endogámico debería debatirse con evaluaciones honestas que certifiquen la calidad o no de la producción del investigador y su grupo. El segundo, el retorno es uno de los términos que se utilizan para convocatorias de comunidades autónomas que se dirigen a contratar a los postdoc que salieron de dichas comunidades para que regresen. ¿Es esto lícito? Mientras que algunos creen que sí lo es si la selección se rige por criterios curriculares y de adecuación científica del candidato al proyecto, otros consideran que, de origen, es una situación injusta, ya que concibe la calidad en términos de “pertenencia” a una comunidad autónoma: se puede elegir al mejor, sí, pero del grupo reducido que cumple el criterio de haber nacido/estudiado/trabajado en tal sitio y no en tal otro. Algo similar ocurre con convocatorias que piden residencia en España durante X años para poder acceder a ellas, limitando el acceso de investigadores extranjeros. A este respecto, también se han debatido cuestiones laborales/familiares que llevan a muchos investigadores a querer regresar a su lugar de origen y que en otras profesiones se tienen en cuenta pero no en la investigadora, como si por conseguir la “excelencia” debiera sacrificarse todo, cosa que no se plantea en muchas otras profesiones.
d) Relacionado con los puntos anteriores está el tema de cómo evaluar la movilidad. Hacerlo mecánicamente (tantos años fuera, tantos puntos) obvia la calidad, primando la cantidad. ¿Por resultados? Parece que gusta más esta idea pero, ¿qué se entiende por resultados de la movilidad: publicaciones, proyectos, colaboraciones, creación de nuevos grupos y/o nuevas líneas de investigación…?
e) Los “riesgos” de la movilidad. Este es un tema que también se ha debatido. Es de sobra conocido el problema de quienes se marchan a otro centro y son “penalizados” por ello o el que es ignorado en un nuevo centro porque no procede “de dentro”. Por no hablar de quienes, para adecuarse a un grupo nuevo necesitan un tiempo “sin producción científica apreciable” que será contabilizado negativamente después. ¿Cómo solucionarlo? Parece que todos estamos de acuerdo en que la movilidad debería evaluarse positivamente y favorecer a los centros y departamentos para que la idea de “ser de dentro/ser de fuera” dejara de dificultar la movilidad. ¿Cómo hacerlo? Se han propuesto puntos en las acreditaciones, reparto de fondos condicionado a la movilidad de los investigadores, incentivar a través de proyectos de investigación… pero todo pasa por un sistema de evaluación que no se base en la cuantificación sino en la visión global de la trayectoria científico-profesional del investigador.