¿Una puerta al futuro o al pasado?
TRIBUNA
¿Una puerta al futuro o al pasado?
POR JUAN DE LA FIGUERA
La Ley de la Ciencia, atascada desde hace más de un año, ha resurgido con un nuevo borrador que pretende aprobarse precipitadamente. El problema es que lo haga tal y como está ahora.
Una ley de la ciencia debe, ante todo, mirar al futuro. Por ello, debe intentar anticiparse a la evolución del sistema de investigación y desarrollo, posibilitando nuevas maneras de contratar, evaluar, y vivir de y para la ciencia. Hay novedades en el tejido científico español. Aunque el nivel de inversión privada siga siendo lamentablemente bajo, la imaginación de los gestores y el apoyo político ha dado lugar a centros de investigación de nuevo cuño financiados con dinero público. Centros como el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) o el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) e instituciones como el ICREA (Institución Catalana para la Investigación y los Estudios Avanzados) demuestran que el éxito es posible más allá de quién financie la investigación. Hay algunas normas básicas que lo explican: responsabilidad, rendición de cuentas por el dinero empleado, evaluación de resultados con consecuencias, junto con flexibilidad administrativa y de gestión. Nuevas instituciones se siguen creando por distintas instancias según este modelo (por ejemplo, el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados, o el GUNE, entre otros).
Junto a estos logros, la investigación en España sigue arrastrando problemas seculares que ya leíamos en los textos de Santiago Ramón y Cajal: investigadores que más parecen señores feudales que académicos de élite, investigación rutinaria que da publicaciones al peso pero poco más, sistemas de contratación arcanos y absurdos, controles administrativos que en el loable intento de evitar el robo flagrante ni lo consiguen ni dejan investigar.En este contexto aparece el borrador actual, que según indica nuestra ministra de Ciencia e Innovación, lucha contra la precariedad, la endogamia, y la burocracia. Presenta algunas medidas interesantes, sin duda alguna, tanto en la interacción con la industria como en el acceso a la carrera investigadora. Pero lamentablemente retrocede en otros campos, comparándolo con borradores previos. Se impide de hecho la contratación indefinida de investigadores extranjeros de prestigio y desaparece toda mención a una carrera investigadora fuera del funcionariado. Eso sí, detalles de escalas, complementos, concursos y la delirante parafernalia del funcionamiento administrativo. ¿Solucionar la precariedad? Aunque el presupuesto de I+D aumente -y ahora disminuye-, la ausencia de autonomía y capacidad de gestión de los centros de investigación estatales combinadas con la rigidez del sistema funcionarial y su control por otros ministerios (recordemos que las tasas previstas de reposición de funcionarios son de una por cada 10 jubilaciones) hacen prever que incorporarse a uno de tales centros sea una labor imposible en los próximos años.
¿Endogamia? Este mal tan español consiste en que la inmensa mayoría de los profesores o investigadores españoles que terminan con un puesto indefinido consiguen dicho puesto, casualidad donde las haya, exactamente en el mismo grupo de investigación donde comenzaron. Nada en el borrador impide su práctica o su extensión. ¿Que podemos decir de reducir la burocracia? Los OPIs seguirán encerrados en su maraña de papeles, como le ocurre al CSIC tras su conversión en Agencia. Malos augurios para la Agencia de Financiación si sigue por estos derroteros.
¿Por qué no copiamos lo que funciona de las instituciones que vemos en nuestro país y en los países más avanzados científicamente? Una regla de oro en investigación, y en la vida, es que no hay que reinventar la rueda. Por favor, hagamos una Ley de la Ciencia que facilite lo que vemos que funciona, y dejémonos de añadir reglas sobre reglas, niveles y escalas y de mirar a otros tiempos.
Juan de la Figuera es presidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología en España (AACTE).
http://www.elmundo.es/suplementos/campus/2010/573/1267570804.html