Tras más de dos años de difíciles negociaciones con distintos gobiernos, el pasado 15 de marzo por fin entró el vigor el Estatuto del Personal Investigador Predoctoral en Formación (EPIPF). A pesar de que la Ley de la Ciencia había previsto la creación de un Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF) y que su publicación acumulaba ya un sexenio de retraso, la noticia pilló por sorpresa a gran parte de la comunidad científica. El anuncio de unas elecciones generales hacía esperar una parálisis indefinida en su tramitación y pocos esperaban su publicación a principios de marzo por parte del Consejo de Ministros.
La noticia de su inminente publicación en el Boletín Oficial del Estado fue recibida con disparidad aunque, en general, los trabajadores predoctorales acogieron el anuncio con optimismo, ¡Por fin, después de tantos años! Las Universidades y otros Organismos Públicos de Investigación (OPIs)Estatuto del Personal Investigador Predoctoral en Formación (EPIPF)
La publicación, lejos de despejar las dudas, cayó como un jarro de agua fría en ambas partes. Sí, había subida del salario mínimo durante los dos últimos años del contrato, pero el EPIPF mostraba muchas carencias importantes, incluso comparándolo con la nota del Consejo de Ministros publicada 15 días atrás, los 16.422€ prometidos habían desaparecido, y el EPIF, pasaba a ser EPIPF, añadiendo “predoctoral” al título limitando así su campo de actuación. Las universidades y OPIs pronto notaron que el EPIPF solucionaba el problema presupuestario cargando el gasto a los propios centros de investigación donde estuviera contratado el trabajador, librándose las cuentas estatales de los gastos adicionales que acarrea la medida (ver disposición adicional 4º del EPIPF).
Los investigadores predoctorales, muy acostumbrados ya a las decepciones provenientes del gobierno central, aceptaron la medida resignados, pero a la vez contentos de que existiera por fin un marco regulador para su situación. No en vano, suponía un aumento de sueldo progresivo, que aumentaría según el año de contrato en el que estuvieran, cobrando en base al Grupo 1 de personal laboral, de un 56% el primer y segundo año, a un 60% en el tercero y un 75% en el cuarto (lo que se traduce en una horquilla de entre 17.023€ y 21.279€). Esto representa un aumento significativo, sobre todo en los últimos años de contrato, que entró ya en vigor a partir del 15 de marzo.
Las universidades y OPIs se han encontrado súbitamente con un gasto no contemplado que habían de asumir, y ante el que no parecían estar preparados. La administración se lava las manos, muy ocupada con las elecciones. Ante este panorama, y a la espera de que sus gabinetes jurídicos den respuesta a si se pueden negar o no, la subida se ha paralizado de forma unilateral por parte de las universidades, y la CRUE parece no querer pronunciarse oficialmente.
Al final, lamentablemente, los perjudicados son los de siempre, los jóvenes científicos. Mientras que el nuevo Salario Mínimo Interprofesional es aplicado de manera inmediata a todos los trabajadores, los científicos sin plaza permanente son tratados como ciudadanos de segunda y las instituciones eligen no aplicarles la ley de forma flagrante. La ejecución de esta normativa se hace incluso más urgente para aquellos predoctorales que están próximos a finalizar su contrato, ya que la prestación por desempleo se calcula en base a los 6 últimos meses cotizados.