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Publicado por Danny10 en 20/10/10 21:02h mensajes: 220

http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2010/10/20/0003_8794901.htm

Que España sea el país con más jóvenes parados de la OCDE (40%, según la última estadística de la OIT) empieza a tener consecuencias en nuestra emigración. Los jóvenes licenciados y con dominio de dos, tres y hasta cuatro idiomas están saliendo de España en busca de trabajos acordes a sus estudios y con remuneraciones que les permitan vivir. En una economía aún en recesión estamos importando parados y exportando licenciados.

Quienes siguen el fenómeno empiezan a dar la alarma: si en España no somos capaces de ofrecer trabajos dignos y mejor remunerados a nuestros licenciados para que desarrollen una carrera profesional, se independicen y se labren un futuro, y facilitamos el asentamiento de inmigrantes sin preparación, bajará la competitividad, la renta per cápita y los recursos del país, y habrá dificultad para financiar políticas sociales.

Es cierto que en todos los países europeos los jóvenes tienen ahora más problema de paro que los adultos, pero mientras en Alemania la brecha entre los menores de 25 años y el paro total es de 7,5% a 10,4% y en Francia del 9,5% al 23,3%, en España es del 18% al 37,8%, según datos del Eurostat 2009. Desde el 1 de enero del 2008 se han destruido en España 1.267.200 empleos de menores de 31 años, y la última Encuesta de Población Activa (EPA) señala que el 16,4% de los licenciados universitarios entre 25 y 29 años están en paro, el doble que en el 2008. Y que cuatro de cada diez ocupan puestos de trabajos para los que están más cualificados de lo necesario y el incentivo económico por tener una carrera -es decir, la mejora salarial frente a carecer de ella- es inferior a la media de la OCDE.

Hemos socializado tanto los estudios universitarios y concedido tantas facilidades para alcanzarlos y aprobarlos sin esfuerzo, que actualmente los títulos universitarios españoles se han devaluado entre nuestras propias empresas por la sobreoferta y en el extranjero por su escaso prestigio. Son las consecuencias de 35 años jugando con todos los niveles educativos y cegando la formación profesional con el sambenito de que era para clases sociales bajas. Ahora que nos hemos caído del guindo y que todos coinciden en que hay que adecuar la formación al mercado de trabajo es cuando, además de potenciar la formación profesional y endurecer y reestructurar los estudios universitarios, deberíamos profundizar las políticas de empleo para jóvenes con títulos superiores si no queremos perderlos para siempre.