Trabajo sin remuneración, incumplimiento y robo de proyecto
Fui investigador FPI y también obtuve una beca en un subprograma de investigación en el extranjero, aunque, tras ofrecer muchas colaboraciones sin retribución y otros méritos que llenan mi CV pero nunca me sirvieron para convencer al INEM o a un empresario de nada, así como por desidia de mi directora de tesis y las nulas oportunidades para obtener un empleo en la universidad o en algún centro de investigación, decidí, como represalia, no presentar mi tesis, que estaba redactada en un 90%: Comprendí con claridad que mi tesis me convertiría en un doctor parado, y que sólo serviría para alimentar más a una directora adicta al uso de mis investigaciones para su provecho, sin yo obtener jamás empleo en una facultad y departamentos que hacen envejecer 15 ó 20 años a los aspirantes que aguantan.
Un par de años atrás, cuando sólo pensaba en emigrar a otro país donde la ciencia estuviera mejor valorada, o hacerme investigador independiente, mi directora de tesis me rogó (sic) que culminase el doctorado, ya que merecía la pena “tras tanto trabajo invertido”. Imaginé que deseaba expoliar la mucha información que yo atesoraba sobre mis investigaciones y que darían para varias tesis. Me resistí, pero, como estaba en situación económica desesperada, me convenció con el argumento de que juntos buscaríamos una salida profesional digna y que, por el momento, intentara solicitar más becas-contratos y proyectos de investigación. Resultó que trabajé como un salvaje en reescribir mi tesis con actualizaciones y mis últimos hallazgos, a la vez que presentando proyectos cada vez más sofisticados, incluso al VII Programa Marco de la UE. No recibí ninguna aportación intelectual de la directora de tesis; pero yo sí tuve que tragarme la indignación de comprobar que la Sra. Titular seguía utilizando mis datos de años atrás en sus conferencias, datos y desarrollos míos que, para escándalo, me había minusvalorado en su momento…
En fin, hacia finales de 2008, una Administración pública financió mi proyecto con 60.000 euros. Mi directora de tesis reaccionó con la “delicadeza” de la incredulidad, hasta la publicación en BOE. Pensó que era una beca individual, pero todo cambió cuando se convenció de que había dinero para más. El proyecto lo hice en nombre de una asociación investigadora que yo fundé con esa mujer para gestionar ayudas diez años atrás. Cuando volví al departamento, comprobé que, desde que yo faltaba, la asociación estaba literalmente muerta. La refloté con bastante trabajo de relaciones públicas, contactando con eventuales colaboradores con el proyecto –más trabajo sin remunerar. El caso es que la titular y antigua presidenta (provisional, para más insidia, de la estancada asociación) dio su conformidad plena al proyecto, que suponía el desembolso de una contribución por parte de la asociación. Firmé la aceptación de la subvención como representante legal de la asociación para el mismo.
Pero el gran problema llegó días después de que la subvención llegara a la cuenta corriente, y cuando, en calidad de representante legal del proyecto, comencé a utilizar los fondos para su aplicación. Como Uds. imaginarán, todos los gastos debían ser justificados según el plan detallado del proyecto. Pero, apenas había destinado una partida la titular “presidenta” de la asociación se negó a que cumpliera con mis funciones de representante legal, y me impuso que todos los gastos fueran sometidos a su voluntad. Protesté porque mi función (y la del representante legal, como me confirmaron en el organismo público oferente) era precisamente esa, pero esta profesora tiene copada la dirección de la asociación: sólo tuvo que llamar a su reducida camarilla de profesores con despacho en el mismo pasillo para copar el voto de la junta directiva y la mayoría de los pocos asociados con pleno derecho. De este modo, fui excluido de la gestión del proyecto, que yo conocía en su detalle. La profesora titular y supuesta presidenta de la asociación (nadie la había votado en 10 años, su elección duraba 2), con mal talante me ordenó convertirme en su secretario personal, en prácticamente su machaca, cosa a la que no estaba acostumbrado, por mucho que sea la humillante norma académica. Lejos de aplicarse en el desarrollo del proyecto y su cronograma, se empleó a fondo en la conspiración departamental y en cooptar para dádivas y promesas de contratos a estudiantes e investigadores de su confianza sin relación con el proyecto, pero sí con sus intereses particulares en el mezquino polítiqueo académico. Alguno de los que pretendía contratar eran unos incompetentes contrastados cuyo mérito único era la especialidad en adulación y servidumbre. Incluso ya contaban con empleos y gabelas que nunca se me concedieron a mí por esa directora de tesis. Descubrí, además, que toda la infraestructura que me habían prometido era inexistente.
El colmo llegó cuando la titular me exigió un proyecto detallado para su desarrollo por “los demás”, con el pretexto de que era lo normal. Comprendí que se me quería marginar del proyecto después de robarme descaradamente. Fui lo suficientemente cauto como para no hacerlo y, además, preguntar que cuándo se me haría el contrato con la parte del presupuesto que la asociación debía aportar, ya que el proyecto estaba en marcha y yo en la ruina total. Se me contestó que me contentase con una gratificación por el trabajo realizado y que saldría ganando cobrando algo en B. Me negué a ello. Pero mi negativa a seguir con el proyecto fue cuando descubrí que la aportación a cargo de la asociación no iba a ser cubierta: me argumentó la señora que tenía pensado cubrir esa cantidad de dinero con aportaciones laborales sin remuneración de colaboradores, con otras subvenciones, becas, etc. Esto es, NO había dinero para mi contrato y el de otros dos asistentes a tiempo parcial, como constaba en el plan aprobado.
Informé a la titular de que cancelaría el proyecto. Con inmensa chulería me animó a hacerlo y me colgó el teléfono. Al día siguiente, comuniqué el fraude al organismo que concedió la subvención, pero, para mi sorpresa, me informaron de que era la entidad o asociación la que decidía la continuidad o no, a pesar de que les argumenté con las Bases reguladoras de las subvenciones, los muchos incumplimientos, la incapacidad de la entidad para realizar el proyecto, menos aún sin mí. La asociación, tras las amenazas telefónicas de la directora de tesis, me escribió con más coacciones, reconociendo que yo era la persona con los conocimientos detallados del proyecto y asegurando que cancelarían el proyecto… Recientemente he sabido que mintieron y el proyecto sigue adelante, sin mí. He protestado de nuevo ante el organismo subvencionador, pero me remiten a la asociación. No ha servido, por el momento, que les recuerde su responsabilidad de control y verificación en TODO momento, y que si pueden aprobar modificaciones (6 meses de retrasos, etc.), también podrían exigir mantener en el proyecto los recursos humanos imprescindibles para su fiel ejecución. Pero aducen que sólo al final los técnicos decidirán la validez de la ejecución. No puedo evitar pensar que el único óbice en esta historia soy yo o mis derechos, no mi producto, despojado.
En resumidas cuentas, el proyecto me llevó unos 8 meses de trabajo y 2 más de intentos de llevarlo a cabo y confrontaciones amargas. Intenté honestamente que si la asociación no cumplía con su parte, el dinero volviera al Estado, a los contribuyentes. Pero tampoco lo he conseguido. Mi trabajo fue con la condición de ser contratado para el desarrollo del proyecto, pero se ha incumplido este contrato sólo verbal. Por si fuera poco, mi proyecto, tras ser robado, está siendo malamente explotado por terceros, con la bendición de una administración pública que actúa con relajo (sospecho también de las amistades de la tal profesora titular en el organismo, cosa que el funcionario que me atendió insinuó y que realmente existen). Poseo pruebas escritas, correos electrónicos y borradores para demostrar que el proyecto es obra exclusiva de mi esfuerzo sin retribución y que estuve trabajando para la asociación que ahora se lucra a mi costa, cuando yo estoy en el desempleo más misérrimo. La misma asociación reconoció por escrito mi trabajo.
1) ¿Qué debo reclamar: un contrato, los derechos sobre mi proyecto, la cancelación de la subvención, una indemnización por explotación laboral?
2) ¿Cuál es la forma más certera de hacer justicia, acudir a la Inspección de trabajo, a los abogados laboralistas, a Precarios, a los medios de comunicación, a los tribunales ordinarios, al concejal de mi barrio, al contencioso administrativo, al Rectorado, al defensor del pueblo, a la "justicia catalana"?