El tejido gallego de pymes no será capaz de absorber a los investigadores
Volvió de Francia con la promesa de un futuro, pero ha tenido que emigrar de nuevo a Portugal
SANDRA PENELAS Viviendo a menos de dos horas de su ciudad, la morriña no aprieta, aunque dos países hermanos también guardan diferencias: "Portugal es el lugar donde menos te puedes sentir extranjero, pero siempre lo eres". Emilio Castro (Pontevedra, 1978) cruzó la frontera obligado por un panorama investigador con el que se confiesa "desencantado y desengañado" para trabajar en las 3B´s, curiosa abreviatura con la que se autodenomina el Grupo de Biomateriales, Biomiméticos y Biodegradables de la Universidad de Minho, en Braga.
Sus más de cien investigadores comparten una sede propia y, respaldados por proyectos nacionales y europeos, se dedican al desarrollo de biomateriales, a partir de polímeros naturales, para su aplicación en la administración de fármacos o la ingeniería de tejidos. "El grupo acaba de recibir un premio por una superficie superhidrofóbica de uso en laboratorios de medicamentos; y en uno de los estudios financiados por la UE colabora con el equipo de Vigo que dirige Pío González para aprovechar recursos marinos como algas o conchas en la elaboración de nuevos materiales que se podrían utilizar como sustratos de crecimiento de tejidos", explica.
Como experto en Física de los Materiales, su labor diaria en las 3B´s está relacionada con aquellos que responden al magnetismo, lo que permitiría, entre otras posibilidades, introducir nanopartículas en las células que puedan ser guiadas desde el exterior por imanes.
En el centro, que acoge también la sede del Instituto Europeo de Excelencia en Ingeniería de Tejidos y Medicina Regenerativa, conviven investigadores de diferentes especialidades –biólogos, físicos, veterinarios e ingenieros biomédicos, entre otros–, así como de diferentes nacionalidades. "Hay gente de China, India, Holanda, EE UU, Brasil... Es muy divertido y ya me he llevado a algunos a la zona vieja de Santiago", comenta divertido.
Su apartamento se encuentra al lado del Laboratorio Ibérico de Nanotecnología, un centro hispano-luso de alto nivel dirigido por el catedrático gallego José Rivas y que, tras su inauguración en 2009, todavía no está a pleno rendimiento. La crisis dificulta la investigación en ambos países y Emilio, que ha sido portavoz nacional de la Federación de Jóvenes Precarios, no es demasiado optimista.
"En nuestra época conseguimos pasar de las becas a los contratos, pero ahora la situación en España está mucho peor. La Xunta se está cargando el plan Incite del anterior gobierno, que definía una carrera estructurada, y gente que había regresado del extranjero se está marchando de nuevo por falta de plazas", lamenta.
Él es uno de esos damnificados. Tras una estancia de dos años en Burdeos regresó en 2008 a la Universidad de Santiago gracias a uno de los contratos postdoc "Ángeles Alvariño" que debía garantizarle una plaza, pero que se agotó en diciembre de 2010 sin perspectivas de futuro.
Así que el pasado enero se volvía a convertir en becario, casi diez años después de iniciar su carrera profesional, gracias a la Fundación Progreso y Salud de la Junta de Andalucía, que le garantiza dos años en Portugal y otros dos en Málaga.
Emilio sigue formando parte de Precarios –también es socio de su homóloga portuguesa, la Associação dos Bolseiros de Investigação– y se muestra crítico con el nuevo plan de I+D de la Xunta. "Lo que se saca en limpio es que pretenden que nos contraten las empresas. Es fácil echar la pelota fuera, pero un tejido mayoritario de pymes que a duras penas pueden investigar por sí mismas no será capaz de absorbernos. Incluso los centros tecnológicos del País Vasco, donde había más inversión privada que pública, también están en recesión", advierte.
Aunque su nuevo destino no le ha permitido escapar de la crisis y de la lucha por conseguir financiación, sí disfruta de otro estatus: "En Galicia eres administrativo, técnico, profesor y agente de viajes, pero aquí te dedicas solo a la investigación".Y eso que él está acostumbrado a canalizar su energía en múltiples actividades. Asiste a clases de portugués, sigue el día a día de Precarios y, entre otros intereses, mantiene viva la pasión por la que decidió estudiar Física: la astronomía. Así que los fines de semana cambia las lentes microscópicas por las del telescopio del Observatorio de Cotobade: "Al final, el objetivo siempre es el mismo, entender el universo".
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