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´La nueva Ley de Ciencia llega en mal momento ya que precisa financiación´

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ENTREVISTA A EUGENIO VILANOVA. DIRECTOR DEL INSTITUTO DE BIOINGENIERÍA DE LA UNIVERSIDAD DE ELCHE

´La nueva Ley de Ciencia llega en mal momento ya que precisa financiación´

El villenense Eugenio Vilanova dirige desde hace 5 años el Instituto de Bioingeniería (IB) de la Universidad de Elche, actualmente con casi un centenar de investigadores e ingresos por proyectos de investigación por valor de entre uno y tres millones al año. Vilanova, quien recuerda que el IB, además de hacer investigación científica básica altamente competitiva, realiza actividades al servicio de empresas, se muestra a favor de la futura Ley de Ciencia, pero reclama financiación para ella.

J. M. GRAU - Explíquenos qué tipo de trabajo realizan en el Instituto de Bioingeniería de interés para el entorno socioeconómico.

La sociedad probablemente no conoce suficientemente qué es lo que hacemos aquí y qué ofrecemos. La labor del Vicerrectorado de Investigación, la OTRI -Oficina de Transferencia de Resultados de Tecnología- y la Fundación Quórum -entidad que gestiona el parque científico de la UMH- en este sentido ha permitido cambiar bastante esa visión que tenía el empresariado y las entidades externas de la universidad con respecto a hace diez años, aunque todavía no es suficiente. El IB tiene un potencial científico y técnico que puede interesar al empresariado, pero también a organismos públicos. Algunas de las potencialidades más interesantes que ofrecemos tienen que ver con controles y biomarcadores desde el punto de vista de la salud individual y la salud pública; la valoración de materiales para la industria; desarrollo de dispositivos electrónicos en el ámbito sanitario; o toxicidad de productos y sustancias, entre otros.

- ¿Para muchas empresas en momentos delicados, una vía de futuro podría pasar por tanto por aliarse con la universidad?

Las inversiones en innovación tecnológica, de transferencia de conocimiento, son aventuras de alto riesgo, que pueden tener un éxito abrumador o no llegar a ninguna parte, pero merece la pena jugársela. Lo que tiene que quedar claro es que, por ejemplo, si una empresa no tiene suficientes fondos para innovar, puede aliarse con una universidad y, a través de un proyecto conjunto, se pueden conseguir fondos a interés cero, o también subvenciones a fondo perdido, ya sean de ámbito autonómico, nacional o europeo.

- ¿Qué perspectivas de crecimiento tiene el IB?

Hasta ahora, la creación de plazas de investigadores estables se ha venido justificando sólo a partir de las necesidades docentes de la universidad. Por tanto, con la llegada el próximo año de los nuevos grados adaptados a Bolonia, que implican una menor carga docente, las previsiones de crecimiento por la vía de plazas docentes son mínimas. Sin embargo, tenemos más gente que hace un año, pero también se debe a que están vinculados a proyectos de redes que posibilitan contratos a personal investigador, aunque no supone contar con gente estable. Actualmente llevamos en marcha unos 35 proyectos y contratos. Esperemos que antes o después la actividad científica por sí misma permita justificar incrementos de plantilla estable.

- ¿Cómo ha evolucionado el investigador?

La mentalidad de los investigadores ha cambiado porque ahora la investigación se ha convertido en algo más complejo. Hasta ahora nos limitábamos a plantear hipótesis, investigábamos y publicábamos unos resultados. Ahora además tenemos que ser gestores, transferir tecnología y también difundir el trabajo que hacemos para que tenga una aceptación social, con lo cual la cosa se complica. En conjunto hemos cambiado hacia una mentalidad de investigadores con mayor implicación con la industria y los sectores productivos. La fruta está bastante madura para aumentar la interactividad universidades-entorno socioeconómico.

- ¿Qué le parece la futura nueva Ley de Ciencia?

No me he leído aún el borrador que he recibido hoy -por ayer- pero creo que llega en un momento complicado. La parte positiva, hasta lo que yo sé, es el intento de armonizar todos los recursos científicos, ayudas, organismos... Las interacciones entre las actividades productivas y los científicos es de agradecer. Es positivo que todos los sectores estén bajo una misma ley, pero viene en un mal momento porque si no hay un aumento de ese presupuesto veo difícil que se puedan implementar esos procesos. Una ley de ciencia debería llamarse ley de ciencia y de financiación de la ciencia. En cualquier caso el deseo de armonizar los esfuerzos científicos es de agradecer y es muy conveniente que haya un consenso.

- Uno de los puntos de la nueva ley es que los becarios pasarían a ser contratados...

Ese paso ya se ha empezado a dar hace unos años. Los becarios, en un plazo de tiempo determinado y tras finalizar la primera fase del doctorado, pasan a ser contratados, entre otros. Y si una persona, transcurrido un tiempo, vuelve a ser contratada de nuevo, en última instancia se convierte formalmente en indefinido. No obstante, esto entra en contradicción con el hecho de que los proyectos tienen un tiempo limitado, con lo cual, cuando finaliza el proyecto se acaba el contrato y el carácter indefinido sólo repercute en el derecho a una cierta indemnización. Más que en la propia Ley de Ciencia confío y deseo que su desarrollo sea un aliciente para generar posibilidades para nuestros bien formados jóvenes investigadores y que la sociedad los aproveche para su innovación tecnológica.


http://www.diarioinformacion.com/elche/2010/02/25/nueva-ley-ciencia-llega-mal-momento-precisa-financiacion/983123.html

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