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El despido de un científico inmoviliza una máquina

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http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2009/11/02/0003_8078336.htm

El despido de un científico inmoviliza una máquina de un millón de euros

El espectrómetro analiza gases de sedimentos para conocer las condiciones climáticas de otras épocas

Es el único en España que maneja un aparato de vanguardia del que solo existen ocho en todo el mundo

Autor:
R. Romar
Fecha de publicación:
2/11/2009

La máquina del tiempo se ha detenido. Ahora está parada por una avería técnica para actualizar sus prestaciones, pero sobre ella se cierne el cierre definitivo. Se ha quedado sin su guardián. La máquina es un espectrómetro de masas de gases nobles, una especie de ventana al pasado que permite reconstruir a partir de gases como el xenón encerrados en los sedimentos las condiciones ambientales, climáticas y geológicas que se han producido a lo largo de la historia de la Tierra y elaborar también modelos fiables para determinar qué ocurrirá en el futuro. Y su guardián es un investigador en paro del programa Parga y Pondal que ha creado el laboratorio de Geogronología en el Instituto Geológico Isidro Parga Pondal de la Universidade da Coruña.

Daniel Fernández Mosquera, formado en estancias durante los últimos diez años en la especialidad de nucleidos cosmogénicos en la Universidad de San Diego (California), es el único investigador de toda España que sabe cómo funciona el espectrómetro, que ha puesto en marcha con mimo y paciencia y que incluso ha contribuido a su diseño. Pero ahora se ha quedado en el paro. Ha superado todas las pruebas que se habían pedido y ha obtenido la acreditación Manuel Colmeiro, por la que la Xunta financia al centro receptor que lo acoja indefinidamente, en este caso la Universidade da Coruña, los tres primeros años de contrato. Sin embargo, la institución no ha creado la plaza de su área, con lo que no se puede competir por ella.

Financiación europea

Sin la aportación de Fernández Mosquera, la máquina, que ahora está inoperativa temporalmente porque el fabricante está mejorando la sensibilidad de sus detectores, será un mero trasto. Un objeto decorativo que ha costado 800.000 euros (cifra que se aproxima al millón con las mejoras introducidas) y que ha sido financiado por fondos públicos: el 70% lo ha pagado la Unión Europea y el 30% restante la Universidade da Coruña.

Y también se perderá algo quizás más importante que el dinero: la oportunidad de situar a Galicia en la vanguardia mundial de una ciencia incipiente que ayudará a conocer procesos naturales que hasta ahora estaban fuera del alcance de la tecnología, tanto en la Tierra como en otros planetas. La máquina es la única que existe en España y una de las ocho de todo el mundo.

Interés mundial

«Ahora que hemos montado la máquina, que es cuando podemos desarrollar aplicaciones y resultados interesantes, que nos empiezan a conocer en el mundo y que se interesan por nuestro trabajo, es cuando tenemos que parar», explica Daniel Fernández. ¿Su futuro? Lo desconoce: «Me dijeron -explica-que a lo mejor podía optar a una plaza dentro de un año, pero esperamos que antes se pueda encontrar una solución. Me gustaría seguir trabajando en Galicia, y creo que el trabajo y la inversión realizada hasta la fecha merecen buscar soluciones en beneficio de todos».

El espectrómetro de masas de gases nobles tiene múltiples aplicaciones: desde la medición y determinación de los procesos de erosión, hasta la reconstrucción del clima y la geología de la Tierra, la fijación del tiempo de recarga de los acuíferos subterráneos, lo que permitirá una mejor gestión del agua, o el estudio de los meteoritos y su autentificación.

«Podemos medir procesos naturales que hasta ahora estaban fuera de nuestro alcance, tanto en la Tierra como en otros planetas. Estábamos en la mejor de las situaciones para salir adelante, pero este trabajo puede perderse ahora», apunta Mosquera.

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http://www.elpais.com/articulo/sociedad/maquina/millon/euros/desempleada/elpepisoc/20091110elpepisoc_6/Tes

La Universidad de A Coruña no da plaza al geólogo que sabe cómo usar el medidor de edad de las rocas

La ley que tiene al mundo del fútbol revuelto se aprobó hace seis años para atraer a España profesionales extranjeros de prestigio. Sus redactores probablemente pensaban en investigadores punteros que aportasen riqueza y conocimiento al país. Excepto porque es español, la definición coincide con el perfil de Daniel Fernández Mosquera, un geólogo capaz de ayudar al diseño de una máquina prácticamente única en el mundo que encabeza una investigación que, simplificando mucho, sirve para datar la fecha de los suelos. Mientras políticos y empresarios del fútbol se pelean por la llamada ley Beckham, que sube el IRPF de los millonarios, Mosquera no puede tributar, ni al 24% ni al 43%. Se ha quedado en el paro. Su periodo como investigador en la Universidad de A Coruña terminó, no le han ofrecido ninguna fórmula para consolidar su plaza y la máquina que mide la antigüedad de las rocas, que sólo él sabe usar y ha costado alrededor de un millón de euros, se ha quedado sin nadie que la aproveche.

No es que tenga un mecanismo extremadamente complejo. "Con un par de instrucciones, hasta un mono puede manejar cualquier aparato", bromea. Lo que sucede es que no hay nadie que, como él, lleve estudiando y perfeccionando 10 años su utilidad. "No es una cosa que se aprenda en un centro; se enseña de maestros a pupilos. Sólo hay ocho parecidas en el mundo", explica.

¿Y qué hace la máquina? El espectrómetro de masas de gases nobles "sirve para determinar la concentración isotópica de un material tras su interacción con rayos cósmicos". Para quien no sepa qué rayos es la concentración isotópica, se puede decir que la máquina hace algo parecido a las pruebas del carbono-14 que datan la antigüedad de los restos orgánicos, pero con las rocas. Mientras que con el primer método se miden átomos de carbono para determinar la fecha de un resto, la máquina hace lo mismo con los de neón o xenón en las superficies.

¿Y para qué sirve conocer la antigüedad de los suelos? La finalidad es determinar el pasado del planeta. Esto de por sí ya entraña un valor científico, pero también tiene aplicaciones totalmente pragmáticas como, por ejemplo, conocer la estabilidad de un suelo para emplazar una central nuclear. Cuando se quedó sin trabajo, Mosquera estaba liderando un proyecto con la Universidad de California y el CEREGE, centro francés de geociencias, uno de los más importantes de Europa.

Conociendo todos estos antecedentes, lo que parece difícil es explicar por qué la Universidad de A Coruña no le ha dado continuidad. Una portavoz de la institución resume que el investigador acababa de terminar un contrato de cinco años. Es posible que, cuando se demuestra la excelencia en este periodo, el científico consolide una plaza de profesor, pero en la Universidad de A Coruña no hay Geología. Por eso no ha podido optar a un puesto. Según esta portavoz, la posibilidad que le queda es aspirar a otros contratos para investigadores, que prorrogan los cinco años previos y duran otros tres. En ese caso, sus investigaciones volverían a truncarse en poco tiempo. "Estamos hartos de escuchar a los políticos hablar de cambio de modelo productivo y de la apuesta por la investigación y el desarrollo y nos encontramos un caso como el mío, que no es único", lamenta Mosquera.

A pesar de todo, espera que todo se resuelva. Desde que su historia apareció en La Voz de Galicia la semana pasada, el geólogo ha notado una gran respuesta ciudadana. "Me consta que el vicerrector de profesorado está buscando una solución", asegura. Mientras, la máquina del millón de euros está como él: en paro.

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