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Bolonia tras la tormenta

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Por biduido Actualizado 02-10-2009 23:49 CET

http://www.soitu.es/participacion/2009/10/02/u/biduido_1254520199.html

De como se esta aplicando Bolonia, o de si sus criticos tenian razon.

Una de las pasadas manifestaciones en contra del Proceso de Bolonia
El tema de Bolonia hace tiempo que ha desaparecido de los titulares, ya que las vacaciones han desactivado las protestas estudiantiles, hasta una nueva oleada que es bastante probable que se produzca. Sin embargo, la reforma sigue adelante, y es justo ahora detenernos en analizar como se esta realizando, y, sobre todo, si son justificadas las acusaciones y temores de sus detractores.

De momento, ya son muchas las Universidades que han comenzado a adaptar sus carreras a la nueva organización académica en grados. Esta reorganización no se ha realizado sin problemas, no sólo por la creación de un nuevo calendario lectivo (que quizás sea más beneficioso, al acortar un excesivamente largo período vacacional de Verano, aunque ahora provoque algunos inconvenientes), sino también por la supresión de algunas licenciaturas o facultades, y sobre todo por la falta de fondos que las universidades denuncian, y que necesitan para implementar el modelo "a la Bolonia". Un estrangulamiento financiero que no es nuevo, pero que en estos momentos parece agravarse, lo que obliga, por primera vez en bastante tiempo, al despido de profesores sin plaza funcionarial o la suspensión de su contratación, así como a recortar otros gastos. Esta disminución en el presupuesto universitario es paralela a la merma general del dinero para educación e investigación en España. Este adelgazamiento de la Universidad, que podría parecer un resultado obvio de la crisis y de una necesaria reestructuración de carreras, no debe hacernos olvidar que es también una estrategia empleada ya en otros países para liberalizar la enseñanza superior.

Un segundo aspecto novedoso es la carga lectiva y su financiación por cada alumno, ya que los nuevos créditos recogen también el trabajo particular de cada alumno, de manera que se hace muy difícil, por ejemplo, estudiar una carrera y trabajar al mismo tiempo, un recurso común hasta ahora para pagarse la carrera. Si a ello sumamos el aumento de las tasas de matrícula, tendencia que dura ya varios años, y la caída de becas sustituídas por préstamos, se entiende la queja de los alumnos acerca de las cada vez mayores trabas económicas para estudiar una carrera superior. A todo esto se suma la nueva oferta de masters y su encarecimiento, como en el caso del máster de educación secundaria (que capacita para ejercer de profesor de secundaria tal y como hacía anteriormente el Curso de Adaptación Pedagógica o CAP), que está motivando que mucho licenciado no pueda acceder a ellos y deba recurrir a la enseñanza privada, donde los precios son considerablemente mayores. En esto, los críticos de Bolonia no andan escasos de razones, ya que su predicción de un encarecimiento de la enseñanza se cumplen, al menos en lo relativo a este master.

Un caso similar es el de los doctorados. Aunque todavía es pronto para dilucidar como quedará configurada la carrera investigadora, parece que no se crea nada parecido, sino todo lo contrario, aumentando el período en el que los investigadores en formación o recién doctorados deben vivir a base de becas, reduciéndose la financiación, y en general colocando más obstáculos para una carrera ya de por si difícil, como denuncian desde la Federación de Jóvenes Investigadores. Todo ello pese a las buenas intenciones de la ministra expuestas en la prensa. Bien es cierto que este aspecto no depende exclusivamente de Bolonia, pero está claramente relacionado con esta reforma universitaria. Es más, desde hace algún tiempo es normal la creación de cátedras conjuntas entre universidades y grandes empresas multinacionales, e incluso de cursos universitarios completos, por lo que podemos hacernos una idea de cual será la evolución más probable: la entrada de capital privado como financiación de la universidad, que pondrá medios técnicos y humanos a cambio del capital necesario para desarrollar investigaciones conjuntas con las multinacionales, que obtendrán así los conocimientos y técnicas necesarias para sus intereses comerciales. Esto se suma a la tendencia a adaptar las carreras a un mercado laboral "basura", vaciándolas de mucho de su contenido previo, mediante la influencia empresarial en su configuración de manera decisiva a través de la ANECA.

Esta tendencia ha sido objeto de una de las críticas más agudas al nuevo sistema, no sólo porque anula la independencia de la Universidad, característica de las misma desde su creación como institución moderna en el siglo XVIII, sino también porque al final se crea un mecanismo en el cual el dinero público subvenciona bajo mano a las empresas, poniendo equipos formados en la Universidad pública al servicio del I+D privado, mercantilizando las universidades. Como prueba de esta cada vez máyor "imbricación" entre Universidad y gran empresa, podemos aportar tres datos. Uno es el nuevo borrador para la creación de un sistema de excelencia universitario, que contiene una terminología que no parece aséptica al respecto (de hecho el lenguaje nunca es aséptico), donde se priman las consideraciones de mercado por encima de las académicas. Otro son las declaraciones de responsables universitarios de altísimo nivel que parecen ir en el mismo sentido. Incluso en el Senado se ha aprobado esta estrategia, sin que apenas haya trascendido. El tercer dato podría ser el listado de empresarios que presiden o participan de los consejos sociales de las Universidades. La tendencia parece obvia, aunque sólo sea por simple acumulación de indicios.

En todo caso, esta reforma podría haber sido también una buena oportunidad para reestructurar adecuadamente el mapa universitario español, eliminando algunos de los problemas que los propios críticos de Bolonia reconocen. Sin embargo, de momento no parece que existan más que improvisaciones y mucho descontento en la comunidad universitaria de base, que no parece estar de acuerdo, en buena parte, con el modelo presentado desde el ministerio y la conferencia de rectores. Algo que nos afecta a todos y que debería ser objeto, aún más, de mucho debate con luz y taquígrafos.

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