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Adiós España, adiós

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Adiós España, adiós

No suelo escribir sobre mi vida personal, puesto que este es un espacio en el que, con más o menos frecuencia, únicamente publico artículos de divulgación. Sin embargo, el motivo que me lleva a escribir lo que estáis leyendo es fuerte y, teniendo en cuenta la situación actual, creo que no debería reprimir las ganas de abrir la boca y contar lo que os estoy contando.

Hace poco más de un año tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida. Me encontraba terminando mi carrera (Licenciatura en Física) como estudiante de intercambio en Virginia Tech, en los EEUU y, pensando en mis opciones de futuro de cara a doctorarme y dedicarme a la investigación, se me presentaron dos posibilidades. La primera de ellas era quedarme en EEUU, comenzar allí la escuela de posgrado y esperar a tener suerte y convencer a alguno de los profesores locales dedicados a Teoría de Cuerdas de que llevase mi tesis doctoral. La segunda opción era la que siempre estará presente, regresar a España y doctorarme aquí. Por motivos personales me decidí por la segunda opción (sí, se lo que me vais a decir, pero hay más cosas en la vida que el trabajo) y regresé, no sin antes asegurarme un buen director de tesis y una opción a integrarme en una investigación de buen nivel dentro de la Física Teórica que se hace en España (de mucha calidad pese a que se nos ignora). Se que todos me diréis que mi decisión fue errónea, ya me lo han dicho; pero en mi defensa debo añadir que las perspectivas no pintaban tan malas cuando todo esto pasó por mi cabeza, si no que los problemas han empezado a estallar de verdad a partir de este verano pasado.

Así en Mayo de 2011 volví a España y me matriculé pocos meses después en el Máster en Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid, uno de los mejores de Europa en el tema debido a que lo imparten investigadores de gran nivel pertenecientes al CSIC.

En los primeros meses me encontré muy a gusto con las nuevas posibilidades profesionales que me brindaba el futuro, pero en Enero, todo se torció. Como colofón a una política científica desastrosa que los gobiernos del PSOE ya arrastraron y que el nuevo gobierno del PP no sólo no se ha decidido a arreglar si no que ha empeorado, los de mi generación nos encontramos en una situación desastrosa si lo que queremos es dedicarnos a la investigación, pues el soporte económico durante los años de doctorado, las becas FPI o FPU, se han ido retrasando año tras año hasta el punto de que los de mi edad no esperamos (en el mejor de los casos) empezar a cobrar una de estas becas hasta principios de 2013. Y aún con ellas concedidas, existen precedentes en Valencia (creo que no hace falta nombrarlos) por los cuales la gente se ha quedado en la calle a mitad de tesis, destrozando completamente su carrera científica.

¿Y a qué situación me ha llevado todo esto? A encontrarme, teniendo un expediente de Sobresaliente en física, una estancia en el extranjero, artículos publicados y experiencia tanto docente como de divulgación; a la espera de una miseria de beca que quizás nunca salga o nunca se me conceda porque “no hay dinero para ciencia”. La crisis, ya sabéis…

Por tanto, me veo obligado a tomar el camino de la tristeza, el que me separa de mi familia, de mis amigos (tanto conocidos como por conocer) y de todo lo que compone mi vida, para poder estar en un lugar en el que se valore lo que soy capaz de hacer, para producir para aquellos que sin gastarse ni un solo euro en mi educación y formación se beneficiarán en menor o mayor parte de mi investigación porque SÍ ponen ese euro en mi trabajo.

He de decir que la sensación no es placentera. No es fácil despedirse de todo y huir de un barco que ves destinado al hundimiento. Como me dijo un compañero Amazings este sábado, lo mejor que podría pasar sería que cayese un meteorito en España. Quizás así, sin tener a dónde volver, pudiese construir mi vida sin problemas en otro lugar y evitando la desazón que conlleva el encontrarse en esta situación que parece que no llegará nunca al fondo, pues los que tienen el poder, los que son capaces de solucionar esto y evitar que tantas generaciones tengamos que desarraigar y olvidar nuestras raíces, están decididos a no permitirlo. Aquellos que han olvidado que la ciencia no son sólo probetas, pizarras y ecuaciones, si no que somos personas que sacrificamos muchas cosas en favor de una mejor comprensión del mundo en el que vivimos y de una mejora de la calidad de vida de nuestra sociedad.

No hay nada más que decir, así están las cosas. Si no aparece una solución, en pocos meses estaréis leyéndome desde otro continente. Pero tranquilos, que al menos tendréis Fórmula 1…

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