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El sistema español de I+D está pendiente del posible fin del Ministerio de Ciencia e Innovación

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La vuelta del Carlos III al Ministerio de Sanidad, una reclamación contínua del PP en la oposición, pone en duda la continuidad de este ministerio
Los investigadores creen que la eliminación de un departamento causaría retrasos en la resolución de ayudas y programas
Semana de quinielas tras una jornada electoral, la del 20-N, que batió record por triplicado: por la mayoría absoluta del PP; por el fracaso absoluto del PSOE; y por la multiplicación de grupos en el Congreso de los Diputados. Los nombres de los ministrables de Mariano Rajoy se acumulan, así como los de los ministerios que desaparecerán bajo un Gobierno que llega marcado por la austeridad y la desaparición de los gastos superfluos, y que podría dar al traste con un mínimo de tres y un máximo de seis de los departamentos socialistas. Mientras Sanidad gana peso y tiene todas las papeletas para convertirse en un 'superministerio' que agrupe, además, las competencias de Trabajo y Asuntos Sociales, hay dudas más que razonables sobre la continuidad del Ministerio de Ciencia e Investigación.
El motivo no es otro que la vuelta del Instituto de Salud Carlos III al Ministerio de Sanidad, una exigencia que el PP ha reiterado durante años en varios foros, y más especialmente en las comisiones de Sanidad y Ciencia del Parlamento y en las enmiendas a los proyectos de Presupuestos Generales del Estado de los últimos años. Si se tiene en cuenta el peso de la investigación biomédica en el conjunto del sistema español de I+D+i, cabría pensar si tiene sentido mantener un departamento que, precisamente, ha basado su existencia en la agrupación transversal de todas las políticas vinculadas a la investigación.
De hecho, varias quinielas apuntan a que el departamento científico del segundo Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero sería uno de los 'desmantelados' por Rajoy. Buena parte de estas apuestas se deben al viaje que el líder del PP hizo a Cataluña días antes de arrancar la campaña para las autonómicas de mayo. Allí, además de suprimir la mitad de las empresas públicas, abogó por suprimir tres ministerios, entre ellos Ciencia e Innovación, cuyas competencias se repartirían entre Industria y Educación.
Mucho se han movido las aguas desde entonces. Tanto, que otras quinielas hablan ahora de una posible desaparición del Ministerio de Industria, que sería engullido en un 'superministerio' de Economía. La idea no es nueva. José María Aznar apostó por ella en el 2000, cuando deshizo el Ministerio de Industria y repartió sus restos entre Economía y un departamento de nueva creación: Ciencia y Tecnología, encargado a Anna Birulés.
Cuestión de prioridad
¿Emular o innovar? A la espera de saber si la historia se repite o no, y a la espera de las sorpresas que tenga bajo la maga Rajoy, se encuentran no solo los sectores en los que este departamento es competente (entre ellos la industria farmacéutica) sino los funcionarios de un ministerio que de manera intermitente se mudan desde hace años de una sede gubernamental a otra.
__La decisión de Rajoy va más allá del ahorro que implica el adelgazamiento de la estructura de la Administración. La investigación, un ámbito clave para salir de la crisis económica, forma parte de la retórica y el discurso de los dos grandes partidos, pero la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI) ha denunciado durante toda la campaña que todos la han dejado en "un tercer plano" en sus programas electorales.
La posible desaparición de un ministerio propio no ayudaría a mejorar esta imagen. A este respecto, la FJI explica que "representaría una pérdida, porque equivaldría a decir que la I+D+i no es un ámbito estratégico, no es importante, por lo que no merece un ministerio propio". Del mismo modo, añade que "a nivel práctico, provocaría una reorganización administrativa que, probablemente, causaría retrasos en la resolución de ayudas y programas".
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El Plan B
También Cristina Garmendia ha incidido en esta idea a lo largo de la campaña electoral. La ministra en funciones, en el repaso de su gestión, consideró "imprescindible", máxime en tiempos de crisis, que se mantengan las inversiones en el campo de la ciencia. Y para el PSOE, mantener un ministerio que englobe toda la investigación no es solo una estrategia de imagen, sino una auténtica demostración de apoyo a la I+D.
Por un lado, el programa del PP incluye esta apuesta. Es uno de los ámbitos más concretados en sus propuestas. Además de los incentivos fiscales, los populares han diseñado una amplia batería de medidas para contrarrestar el casi medio millón de empresas que España ha perdido desde 2008: desde favorecer la creación de nuevas empresas (con la eliminación de los controles previos para su constitución) hasta impulsar su internalización, pasando por aumentar la participación privada en la I+D, mejorar la conexión entre el sistema de I+D y las empresas o arreglar la falta de capital riesgo. Sin embargo, sobre la apuesta popular pesa el 'todo o nada' al que Rajoy ha sometido la recuperación económica: la creación de empleo. Hasta ahora, no se ha hecho público un plan B si esta premisa no se cumple en el futuro.
De ella dependen en buena parte todos los compromisos pendientes con la comunidad científica: no solo concretar las cuestiones planteadas en la Ley de Ciencia, como la carrera investigadora o la creación de la Agencia Estatal de Investigación o la nueva estructura de los Organismos Públicos de Investigación, sino hacer competitiva la economía española y apostar por la economía del conocimiento. En este sentido, la continuidad o no del Ministerio de Ciencia e Innovación puede jugar un papel determinante para conseguir este objetivo.
La historia de un retorno anunciado desde la oposición
Desde que se supo que el Instituto de Salud Carlos III saldría definitivamente del Ministerio de Sanidad para formar parte del 'superdepartamento' científico que dirigiría Cristina Garmendia, el PP hizo de este asunto un leitmotiv de su discurso científico y sanitario. Para la oposición, el instituto no parecía ganar nada con el cambio de ministerio y, sin embargo, algunos inconvenientes parecían bastante claros. Para empezar, dudas jurídicas sobre su viabilidad, ya que había normas en vigor que incardinaban el Carlos III dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Para solventar estas decisiones, el Ejecutivo prometió la creación de una comisión rectora en la que iban a estar representantes del Ministerio de Sanidad. Pero la creación de este organismo se dilató, mientras arreciaban las críticas del PP, que durante años esgrimió la ubicación del Carlos III como una de las razones de peso para justificar sus enmiendas a la totalidad de los proyectos de Presupuestos Generales del Estado en las secciones de Sanidad y Ciencia. "Es un gran error desde todo punto de vista, no solo para el instituto, sino también para el SNS", señala la enmienda del PP a los presupuestos de 2009.
El presupuesto del Carlos III tampoco ha disipado las dudas. Si el traslado pretendía reforzar su capacidad investigadora, la crisis lo hizo imposible. Pese a todo, el instituto ha salvado los muebles estos años gracias a los remanentes de años anteriores, un colchón que ha permitido mantener los niveles de gasto hasta ahora.

http://www.elglobal.net/articulo.aspx?idart=573829&idcat=783&tipo=2

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