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Se nos van los listos

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FUGA DE CEREBROS

Se nos van los listos

155.000 españoles buscan oportunidades fuera del país desde 2008, empujados por la crisis. La mayoría son jóvenes cualificados

El informático Fernando Díez Garrido, la científica Rosa Lozano o la ejecutiva Dolors Ambrosio son tres ejemplos de los miles de ciudadanos españoles que cruzan la frontera en busca de un futuro laboral más acorde con sus expectativas que el que ofrece España. Tras licenciarse en Ingeniería Informática Superior, Fernando trabajó seis meses en una empresa española que creaba páginas web para profesionales de la medicina. Ese tiempo le bastó para darse cuenta de que el ambiente investigador y de trabajo en nuestro país no se acercaba al que había soñado. Cobraba 28.000 euros anuales. «Era poco dinero, y como vi que no había muchas salidas me fui, preferí partir de cero». Desde hace tres meses, ejerce de programador en una empresa con sede en París, Smartdate, que proporciona contactos para buscar pareja y amigos por internet. Ahora cobra 38.000 euros y espera que en unos meses más su salario crezca, dado que en medio año la compañía ha ampliado la plantilla de 9 a 30 personas. Su objetivo, volar a San Francisco, sede mundial de la alta tecnología, donde los sueldos «cuadruplican» los de España y donde el tiempo administrativo para instalar una empresa no supera los dos días, frente a «los cuarenta que se tarda en nuestro país, donde, encima, hay pocos emprendedores».

El caso de Fernando no es aislado. La crisis económica ha estrechado el mercado laboral no sólo a los trabajadores sin formación, sino a miles de licenciados, doctorados y directivos de empresas. El flujo del censo electoral de españoles residentes en el extranjero es muy esclarecedor. En abril del año 2008, cuando la recesión comenzó a hacer mella y el Gobierno no tuvo más remedio que admitirla, el número de españoles que residían fuera del país era de 1.215.548. La misma estadística del INE arroja que, a 1 de octubre de 2010, la cifra aumenta hasta 1.381.852. Es decir, que en dos años y medio más de 155.000 ciudadanos españoles mayores de 18 años han abandonado España. Aunque por diferentes motivos, incluido el de acompañar a la familia, la principal causa de este éxodo hay que buscarla, según los expertos, en la falta de trabajo y de oportunidades.

«Queremos volver»

La bióloga Rosa Lozano Durán (Málaga, 29 años) acaba de terminar su tesis doctoral sobre los virus en las plantas. Nada que hacer aquí, porque cualquier laboratorio español exige, aunque no esté escrito, dos años de formación en el extranjero. Rosa prepara las maletas para formarse en Biología Molecular de plantas en Inglaterra, en el centro de investigación Fainsbury, de Norwich. Contrato de un año y prorrogable. Cuando consiga los dos requeridos quiere volver a su país, pero sabe de los inconvenientes: «La mayoría de los investigadores desea volver a España, un país en alza en los últimos diez años, pero ahora está muy difícil. Quería equipararse al Reino Unido y a Alemania, pero, con este panorama de la crisis y el recorte presupuestario, nos hemos caído con todo el equipo», comenta.

Rosa elogia la excelente preparación de los estudiantes que acaban doctorados y con experiencia en varios países, lo que hace que se les valore en el extranjero. «No sólo por la preparación, sino porque tenemos fama de ser muy trabajadores». Suelta un reproche al sistema vigente. «El Gobierno de Estados Unidos no invierte en investigación, importa talentos y pone los medios para optimizar la investigación, saben rentabilizarla y producen patentes. Pero aquí, después de que España gasta tanto dinero en formarte, no lo aprovecha. Yo en un par de años estaría preparada para rendir, pero no sé si lo haré. Los científicos que vuelven lo hacen por regresar a la tierra en la que han nacido, pero sabiendo que cobran menos dinero y que carecen de medios para avanzar en su trabajo».

Un informe de la consultora internacional Adecco confirma que en estos dos últimos años el número de demandantes de empleo para trabajar fuera de España se ha duplicado, cifras que «sorprenden aún más si tenemos en cuenta que los españoles no han sido tradicionalmente muy propensos a la movilidad geográfica». La necesidad obliga: el incremento del paro y el empeoramiento de la situación laboral son inapelables. El perfil de los que quieren largarse encaja con un hombre, de entre 25 y 35 años, con cualificación alta y sin responsabilidades familiares. Las mujeres que emigran lo hacen también para buscar mayores oportunidades laborales y flexibilidad de horarios, algo que escasea en España. Lo corrobora Dolors Ambrosio, catalana nacida en Lepe y alta ejecutiva de Ikea en Basilea. «Aquí muchas mujeres trabajan a tiempo parcial para poder atender a sus hijos y, si uno de ellos se pone malo, no puede ir al cole y no dispone de canguro, la madre lo trae al trabajo y lo cuidamos todas las compañeras, algo impensable en España».

La experiencia no vale

Dolors ha trabajado en Londres, Amsterdam y ahora Suiza. Hace tres años volvió a Cataluña para estar cerca de la familia y los amigos, pero lo que vio no le gustó nada. Sus muchos años de experiencia como responsable de departamentos de suministros y distribución en Sony o Ikea parece que aquí no se valoran. «En España sólo miran si tienes carrera, no la experiencia. Y en Europa la experiencia la convalidan. Fue horrible, tuve que volver a salir». A Dolors le dolió el ambiente «nacionalista» que vivió en esos meses. «Hay que hablar de planes económicos, no de lenguas. España debe empezar de cero y diversificar la producción económica, no centrarla en el sector servicios, pero eso exige un cambio de mentalidad y planes a largo plazo», expone Dolors, encantada de vivir en el centro mundial de la industria química y farmacéutica.

Muy distinta es la situación de Maite Ogeta (Hondarribia, 27 años), vasca afincada en Salamanca que cursa el doctorado, con un contrato de la Junta de Castilla y León, en el Instituto de Neurociencias de la capital salmantina. Maite es la portavoz de Innova, nombre que bien podría bautizar a una empresa de I+D+i. Nada más lejos. El vocablo nombra a la asociación de Investigadores No Valorados. Maite desea ampliar su formación en Alemania con un buen contrato, pero su sueño podría verse truncado si no la reclaman desde el país germano. Es consciente de que las cosas empeoran, porque «la cifra de contratos se ha reducido este año a la mitad y también el número de plazas; si me fuera, tendría difícil la vuelta». Conoce a investigadores que han regresado con menor salario, con una beca para cinco años del programa Ramón y Cajal, y después se han quedado en la cuneta. Un gran riesgo para los 350 científicos que regresan cada año con ese plan. Ogeta investiga el comportamiento de las células de la retina del pez, capaces de regenerarla con las células madre que contienen.

Quien ha tenido que abandonar la investigación es Salomón Aguado (Madrid, 32 años), doctor en Economía Agraria. Portavoz de la Federación de Jóvenes Investigadores Precarios, se atreve a sentenciar que la crisis ha agudizado la situación de la investigación en España, «que ahora mismo es crítica, sin posibilidad de trabajar en muchos campos», lo que, a su juicio, entorpece el regreso de talentos a este país. Para Salomón, que ahora trabaja de profesor en la Universidad a Distancia de Madrid, el recorte en los presupuestos del Estado de 2010 del 15% en investigación, más otro 10% para 2011, no sólo acabará con la buena imagen que en el último lustro había conseguido España en la comunidad científica internacional, sino que «se puede perder todo». Lo que Salomón no acaba de entender es cómo el Gobierno reduce el presupuesto para investigación cuando la crisis evidencia la necesidad de cambiar el modelo productivo, y eso «sólo se consigue fomentando la investigación y el desarrollo».

http://www.elcorreo.com/vizcaya/20101206/mas-actualidad/sociedad/listos-201012061105.html

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Pensaba postear ese artículo pero veo que te has adelantado. Es muy clarificador de cómo funciona un país que deja de lado y maltrata a la gente más preparada, mientras aquí se quedan los mediocres (sólo hay que ver la patética clase política que sufrimos, propia de un país africano o de una república bananera centroamericana).

Un pésimo negocio: se va de España la gente más cualificada, la que tiene más posibilidades de hacer que el país progrese y avance y, en cambio, vienen inmigrantes tercermundistas sin oficio ni beneficio, muchos de ellos casi analfabetos y que no sirven ni para fregar platos (con todos los respetos hacia los que se dedican a eso).

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