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Decepción científica con la «rectificación» ministerial de Zapatero

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INVESTIGADORES E INDUSTRIALES CREEN QUE HA RETIRADO MUY PRONTO SU APUESTA POR LA INNOVACIÓN Y LA CULTURA EMPRENDEDORA

ÁNGEL DÍAZ

http://www.elmundo.es/suplementos/campus/2009/547/1239746403.html

Por SEQUEIROS.
La que se anunciaba como una de las grandes apuestas de la presente Legislatura, la innovación, ha quedado cercenada de la Universidad, aún no se sabe con qué consecuencias, en la reciente remodelación ministerial emprendida por José Luis Rodríguez Zapatero. El cambio de rumbo, una «rectificación» en palabras del propio presidente del Gobierno, ha despertado una mezcla de expectación, decepción y recelos en los ámbitos académicos, científicos e industriales.

El Ministerio de Ciencia e Innovación ha aunado durante un año los ámbitos, cada vez más relacionados, de I+D y Educación Superior, en un intento de potenciar la llamada 'tercera misión' de la Universidad. De esta forma, el principal reto era fomentar la cultura emprendedora y la transferencia de conocimiento, junto a los tradicionales objetivos investigador y docente.

La vinculación entre Universidad y empresa ha sido, precisamente, el principal caballo de batalla de los colectivos anti Bolonia. Ahora, la Universidad vuelve a la cartera de Educación, en una maniobra que responde, según el propio Rodríguez Zapatero, a la exigencia de potenciar la «explicación y el diálogo» y a la «personalidad» del nuevo ministro de Educación.

Si el reto de la adaptación a Bolonia estaba antes en manos de Cristina Garmendia, científica procedente del mundo empresarial y con un marcado perfil técnico, ahora queda bajo el mando de Ángel Gabilondo, catedrático de Metafísica, ex rector de la Universidad Autónoma de Madrid y con una trayectoria indefectiblemente ligada al entorno académico.

Pero, en espera de que el nuevo organigrama de Educación quede definido, muchos temen que la investigación y la I+D, dependientes en gran parte de la Universidad, hayan quedado olvidadas. «No es sólo que el Ministerio pierda peso o que la ministra pierda peso; la política de Innovación también ha perdido peso», lamenta Íñigo Segura, director general de los Centros Tecnológicos de España (Fedit), quien reclama «más estabilidad».

En la misma línea se muestra el investigador Juan de la Figuera, vicepresidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología en España (Aacte): «No tiene sentido estar cambiando las cosas; los gobiernos hacen experimentos y no esperan a ver los resultados», indica.

Junto a las tensiones suscitadas por la inmersión en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), algunos señalan otro elemento que ha podido influir en el nuevo viraje: el supuesto alejamiento de la ministra de Ciencia e Innovación respecto a la Universidad, denunciado reiteradamente por la Oposición del Partido Popular.

«En algunos ámbitos universitarios, sin que se apruebe la nueva estructura, tampoco se considera una sorpresa por que se considera que la gestión de la Universidad resultaba incómoda a quien queda como responsable de Innovación Cristina Garmendia», según relata José Capilla, catedrático de Física de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).

a Federación de Jóvenes Investigadores (FJI) también apunta a posibles desavenencias entre los responsables de Ciencia e Innovación: «Nuestra percepción es que ha existido un continuo desencuentro entre la Dirección General de Universidades y la ministra», apunta Felipe Martínez, presidente la FJI. Este colectivo, en cualquier caso, también demanda que la I+D no se desvincule de la Educación Superior. «Sería muy negativo que el Ministerio de Educación se volcase únicamente en el aspecto docente y gestor de las universidades», recalca Martínez.

De hecho, las principales apuestas de la cartera de Garmendia, como los Campus de Excelencia Internacional, el programa Estrategia Universidad 2015 y la futura Ley de Ciencia, cuyo borrador define una nueva carrera investigadora, atañen muy directamente a la Educación Superior.

«Es importante un buen entendimiento entre ambos ministerios. Nosotros queremos ser optimistas al respecto, pero los hechos no son especialmente estimulantes», sostienen desde la FJI. «Es evidente que el Gobierno nunca se ha planteado que la I+D fuese un asunto de Estado, ni hay un plan serio para cambiar nuestra economía por otra basada en el conocimiento», lamentan.

El nuevo ministro de Educación, así, se enfrenta al doble reto de encauzar la adaptación al EEES y potenciar, junto al equipo de Garmendia, la 'tercera misión' de la Universidad. Juan Mulet, director general de la Fundación Cotec, espera que «el problema de la adaptación a Bolonia sea coyuntural» y no se pierdan de vista los objetivos que hasta ahora ha defendido el Ministerio de Ciencia e Innovación.

«Una Universidad que no esté orientada a la investigación no tiene sentido», señala Mulet, aunque reconoce que ahora «es importante reorganizar» la Universidad y culminar la homologación con Europa para encarar el reto de la innovación. «El camino que parecía más lógico era el anterior, aunque también parece razonable que haya que arreglar primero toda la estructura universitaria», resume.

En cualquier caso, las propias universidades tendrán un papel fundamental en todo este proceso, ya que son las responsables de elaborar sus planes de estudio, según recuerda Gonzalo León, vicerrector de Investigación de la Politécnica de Madrid (UPM). León destaca la necesidad de «establecer un mecanismo de coordinación muy estrecho entre los ministerios de Educación y Ciencie e Innovación», ya que de éste último dependerá la relación con las empresas, que «van a seguir involucradas en la Universidad».

En este sentido, aunque desde un punto de vista contrario, algunos anti Bolonia también prevén que el nuevo ministro, más cercano, en apariencia, que Garmendia a algunos de sus planteamientos, seguirá una línea continuista. El Sindicato de Estudiantes ha valorado como «muy positiva» la remodelación ministerial, pero ya ha pedido al nuevo titular de Educación «la inmediata paralización de los planes de Bolonia». Tal y como señala León, «hay problemas que van a seguir ahí».

Esta misma semana, Garmendia y Gabilondo han mantenido su primera reunión, según fuentes gubernamentales que recordaron que la Universidad representa en España el 60% de la investigación científica, por lo que ambos ministerios deberán afrontar numerosos temas en común. El principal de ellos, por englobar a todos los demás, será la próxima Ley de la Ciencia, sobre la que aún pesan varias incógnitas.

«La Ley de la Ciencia estaba encomendada a Ciencia e Innovación; como un agente fundamental, la Universidad, ya no está en este Ministerio, tendrá que participar también el de Educación», explica Íñigo Segura, quien teme que se produzca «un retraso adicional». La FJI, por su parte, advierte: «Si no hay una buena comunicación entre el Ministerio de Educación y el de Ciencia e Innovación, puede que la implantación de la carrera investigadora y otros aspectos de la Ley de Ciencia y Tecnología se vea retrasada o modificada en el caso de los centros universitarios».

Todos los expertos consultados por CAMPUS coinciden en que sería muy negativo paralizar los proyectos universitarios que hasta ahora ha defendido Garmendia, englobados en la Estrategia 2015 que la ministra ha defendido reiteradamente ante el Parlamento. Para Segura, este plan ha quedado «en cuestión», ya que el Ministerio que lo ha impulsado «se ha visto despojado de él». Y los motivos del cambio, según De la Figuera, no han sido suficientemente explicados: «En qué sentido no funcionaba?», se pregunta el investigador.

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